lunes, 14 de abril de 2014

En la ladera

La semana pasada  viaje a conocer una finca, por los alrededores de Pacho - Cundinamarca, el viaje desde Bogotá cuando vas manejando es entretenido, se puede ir rápido, tiene curva y montaña; yo viaje feliz jugando a ser Sebastian Ogier, creo que mis compañeros de viaje llegaron un tanto maltrechos, pobres mis viejos.
La famosa finca resulto ser una ladera indomable, donde vive una octogenaria indestructible, que sube y baja por esa descolgada montaña, perdida entre las montañas de Colombia, con una agilidad muy superior a la mia, que tengo 30. Me sentí como un flojo.

En una de esas laderas, encontré un árbol de guama, espero sea el nombre más común para ese fruto. Llevaba años sin probarlo, y ese sabor y textura me llevaron a un lugar lejano de mi memoria, cuando mi primo vivía, y juntos, niños de unos diez años, jugábamos fútbol todo el día, galopabamos en el caballo de la finca, y correteabamos a marranos y becerros.

Extraño a mi primo, extraño la finca de Santa María- Huila y el sabor de las guamas, del árbol que le daba sombra al arco norte de la cancha de fútbol.